Karen Crawford era como cualquier otra madre embarazada a las 21 semanas de embarazo,
entusiasmada con la vida que crecía dentro de ella y ansiosa por conocer al hijo con
el que Dios la había bendecido, una hija llamada Myla.
Karen, que ya era madre de seis hijos, tenía una rutina bien establecida durante el
embarazo. Sin embargo, cada bendición viene con su propia serie de sorpresas.
Karen escribe en un artículo reciente para el grupo provida «Save the Storks» sobre
el día en que los médicos le dijeron que Myla probablemente nacería con síndrome
de Down.
Recuerda la cita de ultrasonido donde la enfermera midió a Myla y trató de obtener
una imagen decente de su carita “muy viva”.
Karen recuerda: “Ver a nuestro bebé moverse y jugar en la pantalla fue fantástico”.
La enfermera informó a Karen y a su esposo, Chad, que el médico vendría pronto para
tomar las medidas nuevamente y repasar los detalles del ultrasonido. Karen añade:
“Tan pronto como salió por la puerta, le dije a Chad que algo andaba mal y me di
cuenta de que la enfermera estaba preocupada. Justo cuando entró el médico me aseguró
que todo estaba bien”.
Karen oró firmemente mientras el médico miraba las medidas y revisaba la ecografía
según le explicaba la enfermera. Cuando terminó, respiró hondo y les dijo a los
Crawford que su hijo tenía dos de los cuatro “signos leves” del síndrome de Down.
Recomendó un análisis de sangre para diagnosticar el síndrome, lo que Karen hizo
durante la consulta con su partera. Karen dice: “Mi mente estaba acelerada cuando
salí del análisis de sangre, sabiendo que no tendríamos los resultados hasta dentro
de siete a diez días”.
Karen dice que pasó la semana siguiente orando y creyendo firmemente en Dios. Recibió
la llamada después de diez días de agonía.
“‘Hola señora Crawford, recibimos los resultados de su prueba y su bebé tiene síndrome
de Down’, respondió [el médico] sin respirar, ‘podemos interrumpir el embarazo si
lo prefiere…’”.
Karen reaccionó como una madre osa, sorprendida y enojada por la indiferente sugerencia
de su médico.»Nunca», respondió ella rotundamente. » Nunca ! “, exclama el narrador.
¡Porque su madre luchó por su vida, Myla, una bebé con síndrome de Down, se salvó de un
aborto!“Estaba embarazada de un bebé precioso, ¿cómo podría decir eso? «, ella escribe.
Karen escribe que desde entonces se enteró de que en los Estados Unidos, más del 80% de
los bebés diagnosticados con síndrome de Down antes de nacer son abortados. Algunos
estudios apuntan a que este porcentaje es aún mayor, en torno al 92%.
Esto quedó claro en la siguiente visita médica de Karen, cuando las enfermeras expresaron
repetidamente lo felices que estaban de que Karen y su esposo hubieran decidido quedarse
con el bebé.
“Mi partera lloraba y me decía: ‘Nadie se queda con bebés con síndrome de Down’. Estaba
muy feliz de que nos dieran este bebé a nosotros y a mí también”.
Karen dice que la práctica prenatal moderna depende en gran medida de pruebas genéticas
y recurre a la interrupción del embarazo cuando se menciona un “posible síndrome de Down”.
«Me rompe el corazón. Rezo para que la vida de Myla pueda marcar la diferencia en esta
estadística terriblemente triste y desgarradora. Espero que su vida ayude a crear
conciencia sobre el síndrome de Down para que otros vean que la interrupción del embarazo
no es la respuesta. La vida es demasiado especial e importante”.
“Sí, el síndrome de Down tiene sus desafíos, pero también los tiene todo a este lado del
cielo”, escribió. “
