La mujer australiana ha gastado decenas de miles de
dólares en intentos fallidos de FIV, pero nunca ha
perdido la esperanza de poder algún día tener a
su bebé en brazos. El destino la recompensó
plenamente por los largos años de espera.
Manda Upton, residente de Sydney, empezó a pensar
en la maternidad cuando tenía 39 años. Se sometió
a un examen y comenzó un tratamiento por
infertilidad. Manda no tenía pareja permanente.
Salía con hombres con la esperanza de encontrar
el alma gemela con quien poder formar una familia.
Pasó el tiempo, pero no pasó del período de citas.
Y luego Manda decidió tener un hijo mediante
FIV utilizando esperma y óvulos de donantes.
Realizó innumerables viajes a clínicas de reproducción
donde la australiana dejó grandes sumas de dinero,
pero no consiguió lo que deseaba. En uno, el médico
le aconsejó que consultara a un psicoterapeuta para
que la ayudara a aceptar el hecho de que nunca tendría hijos.
En los diez años transcurridos desde que comenzó el
tratamiento, Manda se ha sometido a 2,5 ciclos de FIV;
el tercero tuvo que suspenderse debido al síndrome de
hiperestimulación ovárica. La mujer quedó embarazada dos veces, pero en ambas
