Dylan experimentó un miedo sin precedentes, aunque sólo tenía siete años.
Ya grande, apretó las piernas de su madre y gritó: “¡Por favor,
mami, llévame!”. Su madre, también asustada, los cubrió con una
manta, tranquilizándolos con las palabras: “Tienes que ser valiente,
querido. Todo estará bien.» Sin embargo, Dylan no se sintió valiente.
Se quedaron junto a la ventana, esperando presas del pánico.
El humo entró y no pudieron salir de la casa. La madre usó las
toallas mojadas y las acercó a ella. “Los bomberos
vendrán y nos cuidarán, ¿no?” – lo consoló su madre.
Llegaron camiones rojos y los bomberos se pusieron manos a
la obra. La madre agitó una sábana hacia la ventana,
indicando que estaban allí y necesitaban ayuda.
Dylan observó cómo una escalera elevada se acercaba a su ventana,
con un bombero con traje amarillo y casco ascendiendo. Su madre
le pasó a su hermana menor y otro bombero se acercó a Dylan.
“¡Vamos, amigo! ¡Vamos!» instó el bombero. Sin embargo, Dylan
vaciló y se resistió: «¡No, quiero quedarme con mamá!».
El bombero intentó persuadirlo: “Escucha, si vienes conmigo, te
convertirás en subcomandante y viajarás en un camión
de bomberos. ¿Qué te parece esta idea?
Preguntó Dylan, aclarando si la placa era necesaria. El bombero
asintió y, temeroso, Dylan se acercó a la ambulancia. Pronto estuvo
adentro con una máscara de oxígeno, junto con su madre y su hermana.
El hospital les prometió que todo estaría bien,
pero necesitaban pasar unos días bajo supervisión.
Dylan estaba aburrido, pero la enfermera le dio papel y lápices.
Empezó a dibujar e impresionó a la enfermera contándole sobre
los bomberos que los salvaron. Inspirado, Dylan les hizo dibujos
para que su promesa no fuera olvidada.
La enfermera sugirió enviar los dibujos a los bomberos y,
aunque Dylan dudaba, aparecieron dos meses después. El capitán
Ramírez lo nombró segundo al mando, lo que hizo que el día de
Dylan fuera especial con un paseo en un camión de bomberos”.
Dylan experimentó la máxima felicidad el día en que regresó a
la misma estación hace muchos años, pero como bombero.
Su alegría aumentó cuando vio que en la pared se conservaban
sus dibujos de infancia. ¡Cumplió su preciado sueño!