“Susurrando, Eric sostuvo suavemente la manga de su madre.
Ella confirmó haber actualizado a Tina, lo que le pidió que
esperara mientras ella se concentraba en su teléfono. Al darse
cuenta del patrón familiar, Eric, de ocho años, suspiró y se fue, comprendiendo
las prolongadas esperas durante las conversaciones laborales de su madre.
Al regresar y encontrar a su padre absorto en su teléfono, la solicitud de
Eric fue recibida con una rápida interrupción para enviar un mensaje.
Decepcionado, Eric esperó, anhelando ir a la plaza.
Sus esperanzas se desvanecieron cuando ambos padres expresaron compromisos
laborales. Entre lágrimas, Eric lamentó su constante
ajetreo y expresó su deseo de pasar tiempo juntos.
Prometiendo un fin de semana divertido, la madre de Eric
sugirió visitar a Santa en el centro comercial. A pesar
de sus reservas, Eric estuvo de acuerdo. En los días siguientes,
redactó diligentemente una carta sincera para Santa y la comentó con sus padres.
En la esperada mañana del sábado, sus planes
para visitar el centro comercial fueron interrumpidos por su abuela Ana.
Molesto, Eric declaró que sólo quería una cosa para Navidad.
Esa noche, los padres le agradecieron a Ana y descubrieron el conmovedor
deseo de Eric de pasar más tiempo juntos. Conmovidos,
decidieron hacer un cambio para la felicidad de su familia.
Al revelar una oferta de trabajo con mejores horarios y salario,
Jaime convenció a Tanya para que aprovechara la oportunidad.
Las lágrimas pasaron de la tristeza a la alegría cuando dejaron
sus trabajos y pasaron las vacaciones de Navidad con Eric.
Preocupado por volver a la antigua rutina, Eric encontró
tranquilidad cuando sus padres priorizaron constantemente el
tiempo en familia. Al crecer, aprendió que sus padres siempre estuvieron ahí para él”.