Durante sus años en Vietnam, el francotirador y piloto de helicóptero del Ejército,
de 23 años, vivió bajo una nube de miedo, agobiado por la sospecha de que cada
atardecer que veía sería el último. Pero hubo un rayo de esperanza al final del
túnel y tomó la forma de una carta.
No fue escrito por una joven esposa o prometida. No provino de ningún miembro de
su familia. No era de nadie que conociera y ni siquiera estaba dirigido a él
específicamente. La breve nota fue escrita por un estudiante de la Iglesia y
Escuela Luterana St. Mark en Hollywood, Florida, como parte de una tarea de clase
en la que se pedía a los estudiantes de sexto grado que escribieran cartas a los
soldados que prestaban servicio en el extranjero durante las vacaciones.
“Estimado soldado, soy estudiante de la iglesia y escuela de San Marcos. Me
gustaría expresarte mi más sincero agradecimiento por ir a la guerra por nosotros…
La clase espera que puedas regresar a casa…»
Esta carta estaba firmada por «DonnaCaye Ludemann», que cursaba sexto grado en 1970,
año en que la recibió.
Para John, esta carta se convirtió en un talismán y le ayudó a sobrevivir los
rigores de la guerra y, finalmente, regresar sano y salvo a casa. Ahora tiene 71
años y esta carta todavía está escondida detrás de una fotografía enmarcada en un
lugar de honor en su casa en Wendell, Idaho.
Años más tarde, John pidió a sus familiares que lo ayudaran a encontrar a esta
misteriosa estudiante, pero no la encontraron por ningún lado. Al menos eso le dijo
Karma Metzler Fitzgerald. De hecho, había encontrado a DonnaCaye, que ahora vive en
Cooper City, Florida, y que recuerda claramente haber escrito esta carta.
“Me sorprendió tener la oportunidad de escribirle a un soldado y tal vez hacerle la
vida un poco más fácil durante unos minutos”, recuerda.
Como si encontrarla no fuera suficiente, Karma organizó en secreto su viaje a Idaho
para que John pudiera conocerla.
