Adri Rachel tiene un buen corazón. Desde pequeña, no puede extrañar a los animales
sin hogar. Una residente de Atlanta, EE. UU., de 31 años, heredó ese amor por ellos
de sus padres: su padre investigó y trabajó en la conservación de especies en
peligro de extinción durante toda su vida, y su madre incluso preparó comidas
especiales para animales callejeros.
A pesar de que la familia ya tenía 20 mascotas, Adri seguía trayendo a casa animales
que necesitaban cuidados. La niña incluso salvó una manada de vacas enviadas al matadero.
Pronto otras personas comenzaron a traerle lagartijas, serpientes, tortugas, hámsteres,
conejos y aves exóticas. En pocos años, unos 200 animales diferentes comenzaron a vivir
con ella: cerdos, cabras, caballos, llamas, pavos reales, patos y gallinas.
Adri conoce a cada residente por su apodo, que les da en honor a los personajes de sus
películas y programas de televisión favoritos. A pesar de que el cuidado de los
animales es una tarea extremadamente difícil, ella no lo considera un trabajo duro.
La niña está ocupada las 24 horas con sus mascotas, tiene muchos problemas, pero le gusta.
Al mismo tiempo, habla activamente de sus amigos en sus redes sociales.
“No es solo un pasatiempo, sino el sentido de la vida. Aparentemente, el destino mismo
quiere que yo cuide de estos animales, ya que me los envía. Los encuentro indefensos,
débiles, en un estado deplorable. Los llevo a un lugar seguro, los curo. A cambio, recibo
gratitud de ellos.
Me dan alegría, me río de sus payasadas, correspondo. Es más que dinero. Si solo quisiera
satisfacer sus necesidades básicas: alimentarlos, limpiar el aviario, podría hacerlo en
unas pocas horas. Pero quiero darles más, su atención y su cariño”, admite Adri.
Adri está encantada de que recientemente hayan aparecido voluntarios para ayudarla a cuidar
a las mascotas. También participan veterinarios, que examinan a los animales de forma gratuita,
y los empresarios ayudan con el paisajismo.
