Esto sucedió hace unos 10 años: una enfermera de urgencias irrumpió
en el quirófano: “Urgencia al segundo quirófano.
¡Un caso grave! El paciente se encuentra en estado muy grave”.
Corrí allí. Tan pronto como entró, el equipo ya estaba reunido;
Sobre la mesa yacía una niña de seis años. Mientras vestía y
esterilizaba el equipo, conocí los detalles de la historia.
Se había producido un accidente de tráfico; Estaba involucrada
una familia de 4 personas: padre, madre y dos hijos: gemelos,
un niño y una niña. Sólo la niña resultó gravemente herida.
Los demás miembros de la familia se encuentran en condición estable.
El impacto se produjo justo donde ella estaba sentada. Había
perdido mucha sangre y sufrió graves heridas y contusiones.
Pronto llegaron los resultados de los análisis de sangre.
Resultó que necesitaba sangre positiva tipo 3 y no la teníamos…
Una situación difícil, incluso crítica. Llamé a los padres
urgentemente. Resultó que la madre era del tipo 4 y el padre
del tipo 2. Como tenía un hermano gemelo, pensaron que podría
ser compatible. Fui a hablar con él. Lo vi sentado en el pasillo, llorando.
Le dije: «Anya está gravemente herida». – «Lo sé. Fue exactamente
donde sucedió todo esto. Ella estaba durmiendo en ese momento”.
– “Aún no está nada perdido. Puedes salvarla. Sólo necesitamos un poco de tu sangre”.
Él aceptó, sin siquiera pensarlo. “Ven con tía María a la oficina
donde te sacarán sangre. Ella es muy amable, confía en ella”.
– “Está bien, como dices. ¡Mamá te amo! ¡Usted es el mejor!
Y tú también, papá. Gracias por todo lo que has hecho por mi.»
Yo corría al quirófano y el chico y la enfermera iban al consultorio.
La operación fue exitosa. Después de eso, fui a ver al niño y le compartí
la feliz noticia. Estaba acostado debajo de una manta, descansando.
Me acerqué a él y le dije: “¡Eres un verdadero héroe! ¡Salvaste a tu hermana!
– «¿Estas bien?» – «¡Si, absolutamente!» – “¿Y cuándo moriré?” – “Ahora no, amigo…
Mucho, mucho después. Cuando seas viejo, pensarás en ello”. En ese momento
la situación me pareció una tontería. Sólo una
pregunta tonta e ingenua de un niño pequeño.
Sólo más tarde comprendí que él realmente pensaba que después
de donar sangre moriría. Esto es lo que él creía. Y, sobre todo,
estaba dispuesto a hacerlo por amor a su amada hermana. Aún hoy,
cuando recuerdo esta historia, me da escalofríos por todo el cuerpo.