Lucy tenía todo lo que una niña de once años podía desear,
excepto una cosa: un par de patines acolchados de cuero rosa.
Mientras sus padres dudaban por el alto precio de 1.700 dólares,
Lucy insistió en que no eran sólo juguetes sino un transporte esencial.
Sus padres le prometieron patines si sobresalía en sus estudios.
Lucy obtuvo triunfalmente excelentes calificaciones al final del
semestre, lo que llevó a sus padres a cumplir su promesa.
Lucy ha aceptado su nuevo estatus como campeona de patinaje del vecindario.
Al conocer a una chica nueva, Heather, en la escuela, Lucy
se da cuenta de su caso de Hello Kitty, lo que genera un vínculo inmediato.
Lucy sugirió patinar sobre hielo y le ofreció sus viejos
patines rosas a Heather, quien reveló sus prótesis
de piernas de un accidente automovilístico anterior.
Una compasiva Lucy decidió vender sus codiciados patines
rosas para financiar una prótesis para Heather, a pesar
de la preocupación inicial de sus padres por el costo.
Más tarde, los padres cambiaron de opinión y decidieron
comprarle a Heather una nueva prótesis, involucrando
a la escuela en la recaudación de fondos.
El acto de bondad dejó a Lucy encantada y ver a Heather
con una pierna nueva le trajo una inmensa felicidad.
Los padres de Lucy la elogiaron por su compasiva iniciativa,
convirtiendo sus patines en un puente para hacer realidad el sueño de Heather.