Hoy te contaremos sobre una mujer, Martha Mason, quien, a pesar de que pasó casi
toda su vida en una cápsula, retuvo un optimismo, una fortaleza increíbles y
siempre estuvo agradecida con el destino.
Marta nació en 1937. Como todos los niños, era activa, alegre, iba a la escuela
y disfrutaba jugando con sus amigos en el patio.
A la edad de 11 años, la niña enfermó de polio, contraída por su hermano. Para
no asustar a sus padres, guardó silencio sobre su estado.
Y cuando estos síntomas ya no se pudieron ocultar, la llevaron al hospital.
Después de aproximadamente un mes, los músculos de la niña se atrofiaron, no
podía moverse ni respirar por sí misma. Por lo tanto, la colocaron en un
dispositivo de respiración artificial llamado «Pulmones de hierro».
El principio de funcionamiento de una cápsula de este tipo es que un cambio en
la presión del aire ayuda a los pacientes postrados en cama a respirar.
Para ello, todo el cuerpo humano excepto la cabeza debe estar dentro de un tanque
de hierro. Los médicos no le dieron a la niña ninguna esperanza, como máximo un
año de vida. Pero a pesar de todo, Martha vivió otros 61 años.
Martha en la cápsula logró graduarse de la escuela y dos prestigiosas universidades
con honores. Se especializó en periodismo e incluso trabajó para un periódico local.
Al principio, su madre la ayudó, pero luego aparecieron computadoras que podían
reconocer el habla y convertir lo que se decía en texto.
Por cierto, los editores notan que Mason tenía un talento increíble, ya que sus
artículos eran populares entre los lectores.
Martha tenía muchos amigos, nunca se deprimía, sino todo lo contrario, siempre fue
el alma de la empresa. El reportero ha publicado un libro titulado
«Inhalación-Exhalación: La vida al ritmo de un aparato de respiración artificial».