Nunca sabes cómo resultará tu vida, pero siempre esperas lo mejor.
Fedir y Masha vivieron en un matrimonio legal durante
cinco años y durante ese tiempo tuvieron un hijo llamado Misha.
Recientemente, Misha cumplió tres años y Masha estaba embarazada nuevamente.
Fedir se dio cuenta de que tenían que hacer cambios porque no podían
permitirse otro hijo. Consiguió un nuevo trabajo y comenzó a
viajar diariamente al trabajo porque la paga era decente y
estaba bien con eso. Con poco más de un mes antes del
nacimiento de su próximo hijo, Fedir tuvo que irse.
Masha estaba molesta, pero Fedir insistió en que necesitaban el
dinero, así que se fue. Un mes después, cuando Fedir llegó
a casa, no había nadie allí. Llamó a la vecina, Petrivna,
una anciana que vivía cerca, quien le dijo que su esposa
había dado a luz mellizos y los había dejado en la
sala de maternidad, dejándole una nota.
Confundido, Fedir fue al hospital, donde el médico jefe le
explicó todo. Le habían pedido a su esposa que no entregara
a los bebés, pero decidió hacerlo de todos modos. Fedir
logró traer a los gemelos a casa y los llamó Kolya y Tolya.
Sin embargo, no sabía qué hacer a continuación y le pidió consejo a Petrivna.
Ella sugirió contratar a una chica en el primer piso con
educación pedagógica que estaba buscando trabajo.
Fedir se arriesgó a ofrecerle el trabajo y, después
de un poco de persuasión, ella lo aceptó.
La niña, Natasha, se encariñó con los niños y se convirtió
en una parte esencial de sus vidas. Con el tiempo, Fedir
le propuso matrimonio a Natasha y formalizaron legalmente
la tutela de los niños. Vivían felices juntos y Natasha crió
a los niños como si fueran suyos. Un día, Fedir regresó
con una revelación impactante. Se había enamorado de otra persona y se iba.
Natasha le rogó que no se llevara a los niños y él prometió no
hacerlo, reconociendo que ella era su madre legal.
Fedir les dejó el apartamento como dote, pero le pidió a Natasha
que les dijera a los niños que era un buen padre. Para protegerse
a sí misma ya los niños, Natasha vendió el departamento y
compró una casa nueva en otra área. Vivían felices como una familia,
y los niños consideraban a Natasha como su verdadera madre.
Años después, Fedir regresó inesperadamente, buscando dinero y
reclamando sus derechos como padre. Trató de llevárselos,
pero los chicos se quedaron al lado de Natasha, expresándole
su amor y lealtad. Le dijeron que ya no lo necesitaban y lo escoltaron.
La habitación se llenó del calor de un amoroso corazón maternal.