La madre guardó silencio sobre el asunto durante mucho tiempo, pero finalmente
decidió compartirlo con su hijo. Muchas veces no apreciamos lo que hacen nuestros
padres.
Han estado con nosotros desde que nacimos, siempre pacientes, enseñándonos no sólo
los entresijos de la vida sino también cómo superar sus desafíos. Cuando llegan a
una edad en la que sienten la necesidad de cuidados, similar a los que necesitábamos
nosotros cuando éramos muy pequeños.
Muchas veces, los niños deciden enviar a sus padres a centros especializados para
personas mayores, ya sea por falta de tiempo o porque es una forma más sencilla.
De hecho, es un verdadero dolor para los padres. Esta historia trata sobre una familia
de padres y madres. Tras la muerte de su padre, el hijo decidió enviar a su madre a
una residencia de ancianos por falta de tiempo y paciencia.
Después de internar a su madre en un asilo de ancianos, el hijo no la visitaba con
frecuencia. Una vez recibió una llamada informándole que su madre estaba enferma y
moriría pronto.
Al oír esto, el hijo fue desesperado a la residencia de ancianos.
Intentó averiguar si había algo que pudiera hacer por ella, a lo que su madre respondió:
“Quiero instalar aires acondicionados aquí. Compra también un frigorífico para que tu
comida no se eche a perder; por eso a menudo dormimos con hambre”.
El hijo quedó sorprendido por esta petición y preguntó a su madre por qué no se lo había
mencionado antes.
La madre miró a su hijo y respondió con tristeza: “Hijo mío, he logrado adaptarme a la
vida aquí, al calor del hambre; no será tan aterrador. Me temo que no te adaptarás a todo
esto cuando tus hijos te envíen a un lugar así con el paso del tiempo…»