Los cónyuges Lucy y Brenden, que viven en Oregón, vieron un labrador en la calle,
que había estado deambulando por las casas durante varios días. Un día, mientras
afuera llovía con fuerza, el pobre animal estaba temblando de frío. Los corazones
de Lucy y Brenden se rompieron y trajeron al animal a casa.
La perra no llevaba collar y la llamaron Dora. La pareja mostró el perro al
veterinario, quien lo examinó y dijo que el animal estaba perfectamente sano.
Una vez estaban caminando juntos por la playa. El perro comenzó a hurgar en la
arena y encontró una billetera. Como gente honesta, llevaron el descubrimiento
a la policía.
Al día siguiente se les acercó un hombre, el dueño de este bolso, decidió agradecer
a la pareja. El hombre era dueño de una cadena de tiendas de mascotas y planeaba
abrir otra cerca de la casa de una pareja joven. El empresario invitó a los cónyuges
a convertirse en copropietarios y los muchachos aceptaron.
Resulta que por la salvación del desafortunado animal, la pareja recibió algún
tipo de recompensa del cielo.