Resultó que a mi esposo le asignaron un viaje de
negocios urgente a otra ciudad donde vivía su madre.
No pudo negarse porque después del viaje conseguiría
un ascenso importante y un salario mucho más alto.
Decidimos aguantarlo unos meses. En ese momento,
nuestro hijo acababa de cumplir 5 años. Extrañaba
mucho a su padre y constantemente le preguntaba
cuándo regresaría. Por las noches, miraba el reloj,
esperando que la manecilla de las horas llegara a las 8,
pero su padre aún no había regresado. Entonces mi marido
me informó que se quedaría allí durante seis meses y
que no podíamos hacer nada para cambiar la situación.
Entonces decidí acudir a él.
Mi suegra parecía una mujer tranquila y nos llevábamos
bien, así que no anticipé ningún problema. Empacamos
nuestras cosas y nos dirigimos allí. Mi hijo es un niño
tranquilo al que le encanta dibujar; pasa casi todo
el día haciendo eso. No hace berrinches ni se queja,
y es un futuro artista en ciernes. Sin embargo,
comencé a notar que mi suegra se comportaba de
manera extraña al interactuar con mi hijo. Ella decía:
“Has pintado mal esta flor en este cuadro. Mira,
se supone que es rojo y usaste rosa. Muy mal.»
Molesto, mi hijo se acercaba a la mesa y empezaba
de nuevo. Me pareció extraño, pero mi marido pensaba
que su madre simplemente estaba refinando su gusto.
Un día fui a la tienda, me retrasé y cuando regresé vi
a mi hijo en la esquina con moretones. Le pregunté:
“¿Qué pasó? ¿Qué hizo mi hijo? Ella respondió:
«Oh, yo simplemente… él se negó a pintar lo que
le dije». Me puse furiosa y le grité a mi suegra,
afortunadamente mi esposo llegó temprano del trabajo
y me llevó a la habitación de al lado porque podría
haberla dejado en una condición similar. Al día siguiente,
hice las maletas y me fui con mi hijo a alquilar un
apartamento. Corté por completo la comunicación
con mi suegra y no permití que mi hijo se
acercara a ella. Mi marido entendió mi postura.
Entonces sucedió algo desafortunado. Mi suegra
tuvo un accidente en su casa de campo, rompiéndose
la pierna en varios lugares. Ni siquier
a podía moverse por su propia casa.
Mi esposo se dio cuenta de que yo no la cuidaría
y contrató a una cuidadora. Al cabo de una semana,
la cuidadora le robó a mi suegra.
Era como si el karma regresara a ella. I