Su madre nunca tuvo problemas para concebir un hijo. Cuánto más aterrador fue
para ella darse cuenta de que era estéril. Trató de quedar embarazada durante
muchos años antes de admitir lo obvio: era infértil y necesitaba tratamiento.
Todas las amigas dieron a luz con envidiable regularidad. Amanda Van Horsen y
su esposo Tim se sentían cada vez más solos. El tratamiento de la infertilidad
se retrasó otros tres años.
Amanda se sometió a una cirugía para extirpar los focos de endometriosis (una
enfermedad que puede comprometer el proceso de maduración del óvulo).
A pesar de esto, todavía no podía concebir de forma natural. En 2010, Amanda
y Tim decidieron probar la FIV.
Finalmente, la ansiada noticia del médico: ¡lo lograron! La pareja esperaba
mellizos. A las 34 semanas, el corazón de uno de los bebés se detuvo. El segundo
hijo, afortunadamente, sobrevivió y se convirtió en el primer hijo de Amanda y
Tim. Con la llegada del ansiado bebé, la pareja no se detuvo y un año después
del nacimiento de su hija, volvieron a recurrir a la fecundación in vitro.
Y los gemelos otra vez!
Alexis y Aiden nacieron en 2012. Tres hijos son suficientes para una familia
feliz y completa, decidieron Amanda y Tim. Sin embargo, les esperaba una
sorpresa. Dos años después del nacimiento de los gemelos, Amanda quedó
embarazada, ¡esta vez de forma natural!
“Los médicos estimaron nuestras posibilidades en menos del 10 por ciento”,
recuerda. En junio de 2014, la pareja tuvo un hijo, Emmett. Y todavía quedaban
dos embriones congelados en el hospital, que los Van Horsen podrían haber
donado a otras parejas infértiles o simplemente destruidos…
Decidieron lo contrario. Ahora Amanda y Tim tienen seis hijos: las gemelas
Emma y Ella aún no tienen dos meses.
Hay siete cochecitos en su casa, hay docenas de pañales usados al día, pero
Amanda está segura de que vale la pena luchar por todas estas dificultades.