La niña, que fue separada de la familia del abusador, fue entregada a las autoridades
de tutela. Pero su salvador no dejó de pensar en la pequeña, cuya sonrisa le penetraba
hasta el corazón.
En marzo de 2018, el teniente del Departamento de Policía de Kingman City, Brian Zack,
habló en una llamada a una familia donde, según testigos presenciales, golpeaban a una
niña pequeña de forma rutinaria. El oficial encontró a una niña pequeña en la casa,
cubierta de pies a cabeza con moretones de diferentes tonos de azul y verde. Brian se
quedó con Kayla durante varias horas hasta que llegaron los detectives, quienes luego
la llevaron al hospital.
Zack le dio algo de comer a la niña y dibujó un poco con ella. La pequeña siempre le
sostenía la mano y sonreía con una sonrisa feliz, como si no hubiera habido tanto
sufrimiento y dolor en su corta vida. Los médicos confirmaron que Kayla había sido
objeto de palizas sistemáticas.
Los tutores del niño fueron acusados de causar daño intencionalmente a la salud del
niño. Después de que se llevaron a Kayla, Brian regresó a casa con su esposa e hijos,
pero siguió pensando en el niño rescatado. Le contó a su esposa sobre el bebé y le
preguntó si estaba en contra de que Kayla viviera con ellos.
Y ella estuvo de acuerdo. Al enterarse de que las autoridades de tutela no podían
encontrar una familia de acogida para la niña, Brian y Sierra fueron inmediatamente
a buscarla. “Se acercó a nosotros con una botella y una bolsa con ropa que no era de
su talla.
Era todo lo que tenía”, recuerda el policía. “Ya al día siguiente nos llamó ‘mamá’,
‘mami’, y yo fui ‘tío’ durante un par de semanas. Pero luego fue al jardín de infantes
y descubrió quién era ‘papá'».
Brian y Sierra no sabían lo que les deparaba el futuro. Se encariñaron cada vez más
con la pequeña, que en cualquier momento podía ser arrebatada de sus padres biológicos.
Pero querían darle a la niña todo el amor y los cuidados de los que había sido privada,
sin importar cuánto tiempo pudieran tener para ello.
Nadie vino por Kayla y dos años y medio después, se convirtió oficialmente en la tercera
hija de Brian y Sierra. Según Brian, a su hija le encanta la guardería, los animales,
el baile y los juegos divertidos.
Esta pequeña le robó el corazón a un policía desde el primer minuto y considera que la
decisión de adoptar a Kayla es la mejor de su vida.