Iván Fontura, un amable y cariñoso pediatra de 92 años, vive en Brasil, todos en su
ciudad natal y fuera lo conocen y lo quieren mucho.
Después de todo, no solo es un muy buen médico, sino también una persona de buen
corazón que visita a familias pobres de forma gratuita y trata a sus hijos.
A los 68 años se jubila, pero no imagina su vida sin medicinas.
Iván Fontura realiza chequeos de rutina gratuitos y trata a niños de familias pobres
todos los lunes y jueves. “Trabajaré mientras pueda…”, dice Iván. Es una persona muy
humilde y siempre ayuda a las personas, independientemente del color de piel y
la situación financiera.
“Tiene un gran corazón, le encanta ayudar a otras personas. Mi esposo quiere que
los niños tengan una vida digna y saludable”, dice su esposa Marta.
Es una historia real del mundo real que muestra y prueba que hay personas amables
en el mundo que valoran su trabajo, la vida de las personas más que el dinero.
Y realmente da esperanza que en un siglo donde casi todos los problemas se resuelven
por oa través del dinero, todavía hay humanidad y las personas no han olvidado
su naturaleza como seres vivos.