Pam y Gary Willis de California han vivido juntos toda su vida y han criado a cinco
hijos maravillosos. Cuando crecieron y se alejaron en diferentes direcciones, la
casa quedó silenciosa y vacía. Pero muy pronto se llenó de nuevo de voces infantiles.
En enero de 2019, Pam estaba navegando por la red social y vio una triste historia
sobre cómo siete niños de San Diego perdieron a sus padres en un accidente
automovilístico. Los huérfanos buscaban un nuevo hogar, pero lo más probable era que
tuvieran que ser separados; después de todo, la posibilidad de que alguna familia
quisiera acoger a siete niños a la vez era casi nula. El corazón de Pam dio un vuelco.
Y afortunadamente, su esposo Gary también quedó conmovido por esta historia. La pareja
decidió que debían darles a estos chicos la oportunidad de tener una buena vida.
“Vi con qué desesperación estos niños necesitaban a alguien a quien pudieran amar,
porque ya no les quedaba nadie”, recuerda Pam. “Empecé a llamar al servicio de custodia
todas las semanas para demostrarles cuánto quería ayudarlos”.
En junio del año pasado, Pam y Gary lograron su objetivo: Adelino de 15 años, Ruby de
13 años, Alicia de 8 años, Anthony de 7 años, Aubriella de 6 años, -Leo, de 4 años, y
Xander, de 4 años, se mudaron con ellos. A los niños no les resultó fácil acostumbrarse
a la nueva vida, pero inmediatamente les gustó la casa y la familia anfitriona.
La pareja intentó diversificar el tiempo libre de los niños con paseos, picnics y viajes
conjuntos, incluidas unas vacaciones inolvidables en Disneyland Park. Pam y Gary no
presionaron a los niños ni intentaron reemplazar a su mamá y a su papá; simplemente les
dieron su amor. Durante el año de convivencia, los padres adoptivos lograron acercarse
realmente a los niños y crearles nuevos recuerdos agradables. Y lo mejor de ellos fue
el día en que se convirtieron oficialmente en familia.
Para celebrar este evento llegaron los hijos adultos de Pam y Gary, quienes apoyaron a
sus padres en su decisión y pudieron encontrar rápidamente un lenguaje común con sus
nuevos hermanos y hermanas.
Por supuesto, en la vida de la familia ocurren peleas y problemas, pero los «dos veces
padres» no se desesperan y admiten que si todo pudiera repetirse, harían exactamente lo
mismo.
«Desde el momento en que conocí a los niños, no tuve ninguna duda de que estaba haciendo
todo bien», dice Pam. “Veo lo felices que están y eso me hace feliz a mí también. Hace
poco, el mayor de mis nuevos hijos, Adelino, de repente me dijo: “Gracias por darnos la
vida”. Y no puedo describir lo que sentí en ese momento”.
