Betsy Davis, de 41 años, fue una de las primeras californianas a las que se les
permitió realizar legalmente la eutanasia. Desde 2016, la artista sufre de esclerosis
lateral amiotrófica y ya no puede caminar ni cuidar de sí misma.
A fines de julio, organizó una fiesta de despedida de dos días para 30 seres queridos,
cuya condición principal era no llorar.
“Fue difícil para nosotros aceptar esta invitación, pero no había duda de que teníamos
que estar con ella”, comentó Nils Alpert, cineasta de Nueva York. Betsy advirtió a sus
amigos y familiares que después de esos dos días moriría.
Un amigo tocaba el violonchelo para Betsy y un amigo tocaba el acordeón. Los invitados
disfrutaron de cócteles, pizzas y también se les mostró la película favorita de Davis:
«Dance of Reality». Además, Betsy preparó para todos un obsequio de artículos personales.
Cuando el fin de semana llegaba a su fin, Betsy fue abrazada por sus seres queridos y
llevada a una cama con dosel en la ladera, donde ella, acompañada por un médico, un
masajista y una hermana, conoció su última puesta de sol. Murió 4 horas después sin
recuperar la conciencia.
Los seres queridos lloran la pérdida, pero saben cómo sufrió Betsy. Incluso el artista
hizo de su muerte la actuación final.