La primavera pasada, la bibliotecaria escocesa Fiona Presley descubrió accidentalmente
un abejorro en su jardín. Sobre todo, a la mujer le sorprendió que el insecto no tuviera
alas. Esta amable mujer lo acogió, organizó un minihuerto y entre ellos se forjó una
amistad increíble.
Desafortunadamente, la amistad no pudo durar para siempre: el abejorro ya no está con
nosotros, pero le dejó a su salvador un cálido recuerdo de sí mismo.
Fiona Presley de Escocia descubrió el insecto por accidente mientras trabajaba en su
jardín. El abejorro no tenía alas; es posible que sufriera un virus que causó problemas
con el desarrollo de las alas. Una amable mujer protegió a un abejorro, lo llamó Pet
Bee y lo trató con agua azucarada.
A Bee le gustaba sentarse en los brazos de su amante. Cada vez que Fiona aparecía cerca
del Bumblebee Garden, Bumblebee salía a saludarla.
El promedio de vida de los abejorros terrestres es de solo 18 semanas, pero la mujer
cuidó tan bien a su «mascota» que Bee vivió más tiempo.
Desafortunadamente, la amistad no pudo durar para siempre y Bea ya no existe. El
insecto dejó a su salvador un cálido recuerdo de sí mismo. Tal vez Fiona sea la
primera persona en adoptar un abejorro como mascota. Es un ejemplo sorprendente
de la conexión entre humanos e insectos.